Podemos ayudar a los niños a recuperarse mejor de gripes y bronquiolitis
Mocos, fiebres, toses… El otoño es época de virus, sobre todo entre los más pequeños y con la llegada del frío favorece su propagación.
Generalmente los síntomas más dolorosos de los catarros se quedan tres o cuatro días, pero otros, como los mocos, es más difícil que desaparezcan.
Si los niños saben sonarse el problema disminuye bastante, pero si son bebés pueden llegar incluso a perder el apetito. La medicina da solución a muchas cosas, pero no a todas y siempre es mejor usar métodos menos invasivos. Con la fisioterapia no sólo logramos aliviar del malestar, sino que además ayuda a prevenir.
¿En qué consiste esta técnica?
La fisioterapia respiratoria es un conjunto de técnicas que se realizan, a modo de prevención y como tratamiento de base cuando la enfermedad está instaurada en el organismo (catarros, bronquiolitis, gripe, etc…).
El principal problema de los menores de 2-3 años es su dificultad para expectorar, la mucosidad se acumula en nariz y garganta y acaba también en los pulmones, de donde voluntariamente el bebé no es capaz de evacuarlos, ya que sólo tose de manera refleja. Siempre hay que tener presente que un bebé con congestión nasal no respira bien, por lo tanto, no quiere comer.
La fisioterapia respiratoria pretende ayudar al bebé a evacuar esas secreciones para que los pulmones estén libres, haya mejor intercambio de oxígeno y no haya congestión.
¿Cómo se lleva a cabo la fisioterapia respiratoria a bebés? ¿Para qué sirve? ¿Qué efectividad tiene?
Son técnicas totalmente indoloras, que pretenden acelerar la velocidad del aire cuando sale de los pulmones, al espirar, para que arrastre consigo la mucosidad. Su principal objetivo es despejar las vías respiratorias.
Su eficacia está demostrada clínicamente sobre todo en las enfermedades más habituales: gripes, bronquiolitis, catarro, etc… y los mocos perpetuos que tienen los bebés al entrar en la guardería. Normalmente 2 0 3 sesiones suelen ser suficientes, excepto en enfermedades crónicas, que requieren un seguimiento más continuado.
La fisioterapia consigue que el bebé respire, coma y descanse mejor, y además, que aumente el efecto de los medicamentos en el caso de que sean necesarios.